En vena



En vena


       Hacía tiempo que sufría un extraño fenómeno. Todas las mañanas se despertaba con temblores que era incapaz de controlar, sobre todo en las manos. Solía escuchar la radio mientras tomaba el café del desayuno y también leía el periódico en internet. Después de desayunar y de oír las noticias empezaba a sentirse mejor y, poco a poco, a medida que transcurría el día y veía los sucesivos telediarios se iba aliviando su malestar. Al principio no le daba importancia, porque al llegar la noche normalmente ya se encontraba de puta madre.
       Será la tensión - pensaba - que la tengo muy baja y por la noche con la copita me sube.
       Pero aquello fue a más; ya no eran solo temblores, eran auténticos escalofríos los que le recorrían el cuerpo, fiebre alta, vómitos y náuseas que le hundían en la más absoluta depresión. Los médicos le hicieron toda clase de análisis y pruebas diagnósticas que no daban con el origen de aquel mal que, curiosamente, solo escuchando la radio o viendo las noticias lograba mejorar. 
       ─ ¿Ha dejado usted de fumar recientemente? - le preguntó el galeno.
       ─ No, doctor, no he fumado en mi vida.
       ─ ¿Alcohol? ¿drogas? - insistió el doctor con perplejidad.
       ─ ¡Jamás se me hubiera ocurrido!- exclamó el paciente escandalizado.
       ─ Es curioso - murmuró el médico como para sí acariciándose la barbilla - tiene usted todos los síntomas de un síndrome de abstinencia de alguna adicción grave.
       ─ Pues como no sea a la corrupción… - sugirió el enfermo como quien no quiere la cosa - porque el caso es que el malestar se me va pasando según escucho las noticias y, por la noche, después de varios telediarios, me encuentro mucho mejor, como más tranquilo.
       El médico se quedó pensando y después de un rato le aconsejó:
       ─ Vamos a darle un tratamiento de choque. Va a escuchar usted la radio durante todo el día, alternándolo con todos los periódicos y telediarios de varias cadenas. Dentro de una semana, vuelva y me cuenta cómo va.
       El paciente salió muy contento. Como era un hombre disciplinado, siguió al pie de la letra los consejos de su médico. Pero no volvió más a la consulta. Antes de la semana, un vecino avisó a la policía porque la radio no paraba de sonar ni de noche ni de día y el hombre no abría la puerta.
       Le encontraron muerto por sobredosis.



1 comentario:

  1. En verso o en prosa, da igual. Siempre es un placer leerte.
    Un beso, querida Ana.
    Lydia

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