de Antonio Capilla


Oh, rosas de Palestina



Oh, rosas de Palestina,
Niños y niñas de Gaza
Leit motiv de este cantar
Cuando vuestra tierra arrasan.

Miran los hombres al cielo
Esperando lluvia mansa
Y en su lugar se les viene
Lluvia de fuego y metralla.

Lluvia de origen cainita
Desde Israel enviada
Con raíces de codicia
Que ni respeta a la infancia.

Apenas tienen espinas
Las rosas de Tierra Santa
Que defiendan su inocencia 
Detrás del muro de Gaza.

Y el mundo no pone escudos
Que sirvan para salvarlas,
Que eviten que su vergel
Se quede sin su prestancia.

La arena, cómplice amable
De los juegos de la infancia
Lava la sangre en el mar
De los niños que masacran.

Y el mar que es fuente de vida
Disuelve la sangre en agua
Y en el agua resucita
La alegría de sus almas.

¡Oh, capullitos de rosa
Y rosas del sol de Gaza,
Qué belleza para el mundo
Si el mundo no os ignorara!

Una madre sin consuelo,
La mirada extraviada,
Llora a un hijo en su regazo
Malherido de metralla.

Y un joven lleva en sus brazos
A una niña mutilada
Dejando atrás solo ruinas,
¡Ay, dolor que tanto embargas!

Miro a una anciana que mira
Las piedras que la albergaban,
El llanto surca su rostro
Que por su hogar son sus lágrimas.

Ella tan solo quería
Morir en paz y en su cama,
Ya no tiene techo alguno
Que dé cobijo a sus canas.

Los médicos no dan abasto,
Los ayes que los reclaman
Necesitan sus cuidados
Y medicinas les faltan.

Magnanimidad imploran
Y el enemigo les manda
Bombas por medicamentos
¡Nunca se ha visto tal saña!

Ni siquiera las escuelas
Obtienen su salvaguardia
Para salvar a escolares
Que no entienden lo que pasa.

Hombres cegados del odio
Que detestan cuanto allanan
Llenan de dolor y muerte
El patio donde jugaban.

Y apenas se abren en flor
Los niños de Tierra Santa
Cuando les quitan la vida 
Los enemigos de Gaza.

Las damas de este país 
De luz, color y fragancia 
Riegan con sangre las flores

Nacidas de sus entrañas.
¡Que están viviendo en su tierra,
En sus pueblos y en sus casas
Con sus hijos y maridos,

¡Que están en su madre patria!
El Hambre, jinete bíblico,
Sobre una jaca cabalga
Y la Guerra apocalíptica

Llega a un mercado de Gaza.
No hay nada ya en las despensas
Y los misiles estallan
Entre la gente que corre

A abastecerse de viandas.
¿Qué valor tiene una tregua
Que el enemigo proclama
Si no es para abrir la puerta

Al jinete que cabalga?
¡Qué gran jinete Arafat
Si todavía cabalgara
Para hacer frente a los tres

Que a Palestina amenazan!
No pudieron frente a frente 
Acabar con su prestancia
Y al veneno recurrieron

Gentes de estofa muy mala.
Que el mundo sepa su gesta,
Que no olvide que aún en Gaza
Mueren niños inocentes

Que ignoran por qué los matan.
Capullitos del rosal,
Alegría de sus casas
Que eclosionan a la luz
Y de raíz los arrancan.

Jardín regado con bombas,
Vergel de belleza tanta
Que no merece tal riego
Porque su belleza apaga.

¡Y qué hermosos son tus niños,
Qué hermosos niños aguardan
Que el mundo se fije en ti,
Rosaleda de la infancia¡

¡Qué injusticia en el planeta,
Cuánta sangre derramada
De estos niños inocentes
Como flores perfumadas!

Veo sus ojos que nos miran
Desde una tierra que sangra.
Veo sus vidas candorosas
Y la inocencia en sus caras.

Niños y niñas que ansían
La mano que tanto aguardan,
La mano que al fin devuelva
La alegría a Tierra Santa.

¡Ay, niños de Palestina
Criaturas inmaculadas
Que no tenéis culpa alguna
De nacer en vuestra patria!

El pueblo judío merece
Gobernantes de más talla
Que busquen la convivencia
Con los vecinos de Gaza.

¡Paloma, ven a esta tierra
Con la paz sobre tus alas
Porque es derecho del pueblo
Vivir en paz en su patria!

Justa paz en libertad
Que a Palestina colmara
De amor, de vida, de niños,
De justicia y de esperanza.






1 comentario:

  1. Estimado amigo Antonio...
    Esto de la poesía social es cuando menos desgarrador.
    Un abrazo.

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